En homenaje: repito... Miguel Hernández

 ¿Qué nos pides, Miguel, desde esta foto?,
¿qué nos pides, por favor, con la mirada?

¿Que no dejemos repetir el terremoto
que acabó con toda tu alegría, y con tu
inmensa y poderosa vida derramada?

¿Que no consintamos que se encierre
a tu, a la, a nuestra amiga poesía,
que no nos secuestren las alas,
devolviendo simplemente sueños rotos?

¿Que no cedamos al terror ni a la vergüenza,
ni nos convirtamos en despojos?

¿Qué nos pides, Miguel, desde tus ojos?

Que no me deja dormir tu pregunta inquisitiva.
Tal vez sea porque olvidamos que pasó,
y permitimos, de nuevo, que pasara.
Otra vez está el mundo lleno de injusticia,
otra vez niños nacidos, atados a la yunta.

¿Qué nos pides, Miguel, desde tu cara?
Ese rostro esculpido en el silencio,
en lo profundo, en el tomillo y en la jara.

¿Qué nos pides, Miguel, con la mirada?
Esa mirada que no cesa, que no para,
que no deja de arrancarme lagrimas,
que perdona mas no olvida, que no para...

¡Ponte vino!

¡Absurdo y desatino!
¿De qué te preocupas, mujer?
Si se te acaba el perfume,
ponte vino.

Me embriagas lo mismo
con perfume que sin él.
Es mil veces más fuerte
que el perfume
tu esencia de mujer.

¡Que suerte, que destino!
Termino siempre embriagado,
borracho empedernido,
a trompicones, perdido
por rincones y caminos,
y sin quitarme, ni a tiros,
tu perfume de mi piel.

¡La reina de los gitanos finos,
con el payo soso y aburrido!
Amarte es, con mucho,
lo mejor que me ha ocurrido.
Y he de celebrarlo:
¡ponte vino!
y no te preocupes mujer,
que ni borracho te olvido.

Es la eterna liquidez de mi destino:
lagrimas, perfume, vino y miel.

Obsesiva miopía

Te veo en cada esquina
y corro y salto.
La gente me observa
con sobresalto.

Te veo, a lo lejos,
fluyendo con tu encanto
y grito, te llamo y canto.
La gente me observa
con cierto espanto.

Te veo en cada calle,
en cada rostro y talle.
Te tengo en el coco,
y la gente se convence
de que estoy loco.

Te veo en cada mujer
y la deseo,
y ninguna me quiere
por ser tan feo.

Te veo en cada sueño
y cuando me despierto,
¡maldita sea!,
lo hago por supuesto
con mas deseo.
Tengo los ojos rojos
de llevarlos tan abiertos
porque te veo en todas partes
y en ninguna te encuentro.

¡Ay Dios! Ojala estuviera,
en verdad, loco,
en lugar de estar tan lelo,
tan chiflado, grillado,
tan orate y desquiciado,
en lugar de estar, mi amor,
tan, pero tan... enamorado.

Amores de todos los colores

¡Señoras y señores!
¡Hoy estoy de mil amores,
y los pienso regalar!

¡Clamor de amores salobres!
Tristes tormentas saladas,
margaritas deshojadas,
lágrimas de cristal.
Lágrimas derramadas,
de amor en desigualdad.

¡De dulces amores, lores!
Que nos hacen anhelar
los aromas de las flores,
embriagadoras, hermosas,
embusteras, venenosas,
azucenas, orquídeas, rosas,
el color de los olores.
para amar de mil amores
y todo experimentar,
hogueras en las miradas
y burbujas de champán.

Amores ensoñadores
que vienen y que se van
dejándote el alma en vela
en una eterna ansiedad.
Grises y rojos, ocres,
apagados, rompedores,
relajados, turbadores,
amores de mil colores.

Amores que nos rodean,
que huyen y nos atacan,
y nos quitan y nos dan,
que nos provocan dolores,
risas, llantos y temblores,
alegrías, sinsabores...
Todos dignos de probar.

¡Todas las sensaciones,
todas las intensidades,
amores de todos los colores
tengo para regalar!