El color del trigo, de la miel, y de las bayas,
el color del mar, de las dunas, de las playas,
el color de ciertas lunas plateadas,
el de la luz del sol en las mañanas.
El color del comienzo de un domingo,
el de las tardes irreales, apagadas,
y todos, los mil, colores del agua,
cuando cae, y se refleja, en las cascadas.
Colores que despiertan, de día, conmigo,
y, de noche, me acompañan a la almohada.
¡¿Que colores no veré
en el precioso arco iris
de tu infinita mirada?!
Ogando, noviembre, 2014.